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martes, 2 de junio de 2015

CARLOS ROMERO SÁNCHEZ, EL TERCERMUNDISMO

Los libros escritos por autores de lengua española que desmontan las falsedades ideológicas del marxismo y además denuncian los constantes yerros de nuestros dirigentes políticos que insisten incesantemente en el Estado omnipresente como la panacea a los problemas de pobreza que aquejan a nuestras sociedades tienen, sin duda, poca circulación. Y uno de esos estupendos libros que de manera amena y contundente desarticula el maremagnum político que petrifica a nuestro continente penetrando en una de las “teorías” por donde la izquierda aplica el socialismo en nuestros países es el tercermundismo, título del ensayo del politólogo venezolano Carlos Rangel (1929-1988).

Publicado en 1982, el autor, para desbrozar la ideología tercermundista, se pregunta qué es el socialismo. Los falansterios de Fourier, los talleres nacionales de Louis Blanc, el mutualismo de Proudhon, las aldeas cooperativas de Roberto Owen, las propuestas comunitarias de Pierre Leroux, Saint Simón y la contribución de Marx, Engels y Lenin al corpus del socialismo integran la arqueología del venezolano. En esa indagación advierte un conjunto de características en los socialistas y en los diversos socialismos, entre ellos el fascismo y el nacionalsocialismo. Esas singularidades él las llama: el ánimo socialista.
Entre los rasgos del ánimo socialista Rangel señala uno preponderante: “la ideología tercermundista refleja, en términos de la política mundial de nuestro tiempo, una falacia muy antigua, presente en todos los avatares del ánimo socialista: la convicción de que no existen enriquecimientos lícitos, o por mérito propio, de manera que el alto ingreso de un individuo o de una comunidad no puede de ninguna manera haber sido generado por su trabajo, sino que tiene que ser confiscado a terceros, quienes por lo mismo sufren un empobrecimiento exactamente correlativo a la prosperidad de sus explotadores.” Es decir, la riqueza para cualquier izquierdista es un robo.
El sustento marxista impregna la ideología tercermundista, pero con una peculiaridad: el tercermundismo divide al mundo ya no en clases antagónicas, sino en países antagónicos: los países explotadores o imperialistas contra países explotados o proletarios: el atraso de los países subdesarrollados como el avance de los desarrollados son debidos a la explotación imperialista y el máximo culpable de todo es el capitalismo y la democracia liberal. Y para acabar con esa supuesta aberración histórica no queda más remedio que establecer urgentemente el socialismo.
El libro de Rangel, además de elaborar una denuncia del socialismo y un alegato contra el intervencionismo estatal que se camufla en el Estado benefactor “preocupado” por la “justicia social” o por los “planes sociales”, es una propuesta y una defensa magistral del capitalismo y de la democracia liberal como los motores del progreso y del avance de Occidente. El rezago de nuestras naciones no es por el capitalismo sino por la falta de él.
Entre otros aspectos, el analista venezolano muestra como la primera revolución industrial o capitalista no fue en Inglaterra del siglo XVIII sino en la Europa continental de la edad media. Compara los casos de Japón y Estados Unidos frente a las naciones iberoamericanas y somete a crítica la teoría del desarrollo tan de boga en boca de “expertos” y de organismos internacionales que proponen como antídoto el veneno estatista.
Obra prologada por el célebre Jean François Revel y un apéndice donde aparece una entrevista realizada por el autor al economista liberal Friedrich von Hayek, es la continuación obligatoria de su muy recomendable texto Del buen salvaje al buen revolucionario de 1976.
El tercermundismo es un ensayo esclarecedor que debería ser leído en los diferentes programas que ofrecen las facultades de Ciencias Políticas. También es de necesaria lectura para aquellos políticos que creen que proponiendo el contrasentido de un “Estado austero pero grande en lo social” es la vía para el Estado no derrochador. No: lo grande en lo social es la senda para el Estado intervencionista, despilfarrador y mastodóntico.

Carlos Romero
carromerillo@yahoo.es
@RomSanz

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